El así llamado software open core es, esencialmente, un subconjunto del open source. Se trata de que el vendor dé una versión gratuita y libre bajo una licencia abierta tradicional, pero venda otra con más funcionalidades pero bajo un modelo comercial y cerrado. Los oponentes dicen que es como regalar un coche sin la llave y luego tratar de cobrar por ésta lo mismo que costaría el vehículo entero. Los proponentes, en cambio, argumentan que balancea los derechos de los usuarios con las aspiraciones de ganancias de los vendors.
Unos cinco años atrás, el open source basaba sus ganancias principalmente en un modelo de suscripciones. El software en sí, con todas sus funcionalidades, estaba disponible para todos los usuarios, pero aquellos que pagaran adquirían derecho a recibir soporte profesional. Este modelo, por supuesto, aún tiene mucho futuro. Sin embargo, algunos vendors han visto que es difícil de sostener, porque alrededor de un 15 por ciento de los usuarios pagos no renuevan sus suscripciones anuales de productos y, por lo tanto, dejan para siempre de aportar dinero a la empresa.
Así, de a poco, el modelo llamado open core fue tomando impulso, ya que usualmente incluye términos contractuales que impiden al usuario seguir utilizando el producto si deja de pagar la suscripción. En muchos casos, incluso, el código fuente de la versión completa que se vende no está disponible.
El licenciamiento open core consiste en distribuir un núcleo abierto, típicamente bajo GPL, y vender extensiones 100% privativas alrededor de ese núcleo. El problema empieza cuando el software en cuestión no tiene mayor utilidad sin las extensiones. En ese caso, las opciones para el usuario son: dejar de utilizar el software, o pagar una versión del mismo que generalmente ya no es de código abierto.
Más aún, para usar esas funcionalidades adicionales, el cliente se ve forzado a depender de un solo proveedor. No tiene alternativa, salvo la usual “tómelo o déjelo”.
Del lado del vendor, aunque parezca un modelo conveniente, puede no serlo tanto. Para empezar, cualquiera puede hacer un “fork” del núcleo libre ofrecido, con lo cual será más difícil competir en el mercado. Nada impide a otros desarrollar y distribuir gratis las funcionalidades que usted pensaba ofrecer cerradas y por un precio. Por otra parte, es improbable que logre generar una comunidad de desarrolladores alrededor de su plataforma, si se sabe que la versión mejorada no será abierta y libre.
Por cierto, la Linux Foundation no mira con mucho optimismo el futuro del open core. Como dice en un blog reciente dentro de su página, “cuanto más se diferencie su versión propietaria de la open source, más obvio será que el efecto open source no estará contribuyendo a la versión propietaria. Y cuanto menos se diferencien, menos razones habrá para comprar la versión propietaria. Es una tabla estrecha sobre la cual caminar. Si la gente del open core logra averiguar cómo hacer equilibrio en la cuerda, y hacer montones de dinero, bien por ellos. Pero no tendrán éxito tratando de vender su versión propietaria como si fuera open source”.
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